Para Wilhelmina "Wil" Pang, neoyorquina de 28 años, la vida es una representación de juegos malabares entre una prometedora carrera como cirujana y sus responsabilidades como hija obediente. Al igual que la línea 7 del metro que la lleva a visitar a su familia china una vez por semana, Wil está permanentemente en tránsito entre dos mundos. Las expectativas de la sociedad de Flushing, Queens, de la que procede, y su propio deseo de alejarse de ella han logrado que Wil esté satisfecha con la vida paralela que ha optado llevar, a pesar de que ello conlleve un involuntario juego de charadas con su madre viuda y el viejo mundo que ésta representa. El baile de máscaras es cómico incluso en su dolor, ya que Wil tolera las citas semanales que su madre le organiza para que se relacione con buenos partidos americanos de procedencia china en las reuniones sociales chinas de los viernes; sin embargo, cuando la máscara de Ma se resquebraja por primera vez, enseguida todo se convierte en una farsa.